Sistema Óseo

Revisado por Stephen Rhoton

Graduado en Ingeniería de Sistemas Biológicos

El sistema óseo es el conjunto de huesos que conforman el armazón del esqueleto de un animal. Es un sistema que poseen los animales vertebrados, caracterizados por la existencia de un endoesqueleto, es decir, un esqueleto interno. Además, algunos invertebrados presentan un exoesqueleto, o sea, un esqueleto externo.

El sistema óseo humano, también llamado esqueleto humano, es la estructura viva de huesos duros y los componentes que los rodean, como cartílagos y ligamentos. Su función principal es la protección y apoyo a los órganos vitales, y la generación de movimiento o no en el cuerpo.

Los huesos en el sistema óseo no se tocan, sino que se mantienen unidos gracias a los músculos, tendones y ligamentos. Los tendones fijan los músculos a los huesos y los ligamentos unen los huesos a otros huesos para permitir y/o limitar su rotación.

Esqueleto, parte superior

Algunos ejemplos de cómo el sistema óseo protege los órganos del cuerpo y ofrece soporte al cuerpo son:

Cráneo: con sus placas duras, curvas y cerradas, sirve para evitar golpes directos en el cerebro.
Mandíbulas: dan apoyo a los dientes.
Costillas y esternón: protegen el corazón y los pulmones.
Espina dorsal: formada de vértebras, protege la médula espinal y sirve de apoyo central para el cuerpo.
Huesos de los pies y las manos: dan flexibilidad y capacidad de movimiento.

Partes y componentes del sistema óseo

En el cuerpo humano, el sistema óseo se divide en esqueleto axial y esqueleto apendicular. El esqueleto axial comprende el cráneo, la columna vertebral y la caja torácica, compuesta por costillas y esternón. Sus funciones principales son proteger los órganos internos como el corazón, el cerebro y los pulmones, y dar soporte a la estructura del cuerpo humano.

El esqueleto apendicular es el conjunto de huesos que forman nuestros miembros superiores e inferiores, así como la cintura pélvica y la escapular, que incluye las clavículas y los omoplatos. En este caso, la función es la de facilitar la movilidad y desplazamiento del cuerpo.

Si echamos un vistazo más profundo al sistema óseo, vemos que presenta los siguientes componentes:

Huesos o tejido óseo. Son las partes más duras y resistentes en los animales vertebrados, hechos de calcio, fósforo, materia orgánica y diferentes tipos de células. A su vez, los huesos largos se componen de diáfisis, que es la parte central del hueso; epífisis, que son los extremos; y metáfisis, que es la parte intermedia entre la diáfisis y epífisis.
Cartílagos o tejido cartilaginoso. Se encuentran en las articulaciones del esqueleto, en las vértebras, la nariz y las orejas. Son estructuras gruesas, menos duras que los huesos, pero más flexibles. Su función es la de servir de amortiguación para los huesos, así como para evitar su roce, reduciendo el desgaste.
Ligamentos. Son tejidos hechos de fibras resistentes y elásticas que unen los huesos entre sí en las articulaciones, para facilitar su rotación y movimiento. También sirven para sujetar los huesos de manera que no se descoloquen ni giren demasiado.
Tendones. Son tejidos similares a los ligamentos que forman parte del sistema muscular, pero son vitales para conectar el sistema óseo con la musculatura del cuerpo, de forma que se puede transmitir la fuerza y los movimientos por todo el cuerpo.

Ver también Articulaciones y Esqueleto humano.

Funciones del sistema óseo

El sistema óseo es una estructura especializada que cumple con diferentes funciones, algunas múltiples y otras especializadas, que son importantes para los seres vivos vertebrados.

En concreto, el sistema óseo posee las siguientes funciones:

Proteger los órganos, sirviendo como barrera física para órganos importantes como el corazón, los pulmones, el cerebro, la médula espinal o el hígado. Gracias a los huesos, estos órganos estarán protegidos ante impactos.
Soportar la estructura muscular y corporal, pues es el sistema óseo lo que da forma y consistencia a nuestro cuerpo. Asimismo, los músculos se sujetan a los huesos mediante tendones, para así cumplir su función de soportar o aplicar fuerzas.
Permitir la locomoción motriz y movilidad del cuerpo, pues coopera con el sistema muscular y nervioso para que el cuerpo realice movimientos de todo tipo.
Realizar la homeostasis de minerales para almacenar minerales, como el calcio o el fósforo, necesarios para darle resistencia y consistencia a los huesos.
Producir células sanguíneas por medio de la médula ósea roja, de la cual se obtienen tanto glóbulos rojos y blancos, como plaquetas.
Servir de reserva de energía, ya que la médula ósea amarilla almacena grasas que puede liberar en forma de energía en caso de necesidad.

Vea también Sistema locomotor.

El sistema óseo en diferentes especies

Los animales vertebrados poseen algunas similitudes entre sí en el sistema óseo. El elemento a destacar es que poseen una columna vertebral que se extiende desde la base del cráneo hasta la pelvis, aunque en muchos casos se alarga en forma de cola. De ahí el nombre de animal vertebrado.

Asimismo, los mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces presentan tanto esqueleto axial como apendicular, aunque con diferencias en su estructura y tamaño. Por ejemplo, algunos animales tienen un esqueleto axial más alargado respecto al apendicular, mientras que en otros es más corto.

Finalmente, hay animales invertebrados con un sistema óseo externo, llamado exoesqueletos. Aunque no tienen un esqueleto interno, sí presentan una estructura externa dura que protege sus órganos de impactos externos. Un ejemplo clave es el grupo de los artrópodos, como la mayoría de arácnidos, crustáceos o insectos.

Vea también Sistema nervioso, Sistema digestivo y Sistema respiratorio.