Las Cruzadas

Frank Arellano
Frank Arellano
Profesor de Historia y Maestro en Lingüística

Las Cruzadas fueron una serie de campañas militares organizadas por la Iglesia Católica y los ejércitos cristianos de Europa en la Edad Media. El propósito principal de los esfuerzos militares cruzados fue recuperar Jerusalén y otros lugares de Tierra Santa que estaban bajo gobierno musulmán.

Las expediciones militares de los cruzados tuvieron lugar entre el siglo XI y el siglo XIII de nuestra era, y fueron al menos 8. Su inicio partió con la convocatoria que hizo el Papa Urbano II para apoyar militarmente al Emperador bizantino Alejo I Comneno.

El Imperio Bizantino, que era cristiano, se hallaba a finales del siglo X acechado por los guerreros selyúcidas, un pueblo turco musulmán. Así, durante el Concilio de Clermont en 1095, el Papa Urbano II instó a los líderes cristianos a mantener la paz entre ellos, y a declarar una "guerra santa" contra el Islam.

Miles de caballeros y campesinos decidieron entonces ir hacia el Este, bajo la consigna Deus Vult, esto es, "Dios lo quiere". La Primera Cruzada salió hacia Tierra Santa en 1096, y aunque se logró tomar la ciudad de Jerusalén, los sacrificios para mantenerla bajo control cristiano resultaron infructuosos a largo plazo.

Las motivaciones de los cruzados para participar en esta empresa eran múltiples. Muchos tenían verdadera fe en que llevarían a cabo un mandato de Dios, que les había comunicado el Papa de la Iglesia Católica. Por tanto, creían que podían alcanzar la redención y el perdón por sus pecados. Además, al ganar nuevas tierras, muchos podrían beneficiarse económicamente.

El objetivo político de la Iglesia y de los reinos cristianos era detener la expansión del Islam, que durante siglos había venido aumentando su influencia en todo el mundo conocido. Las Cruzadas le dieron, al menos en el discurso, cierta unidad a los dominios cristianos, que durante la temprana Edad Media se vieron fragmentados por conflictos internos.

Observemos ahora cada una de las Cruzadas más trascendentales.

Primera Cruzada (1096-1099)

Pedro el ermitaño de la Primera Cruzada
Miniatura medieval que representa a Pedro el Ermitaño dirigiendo soldados y peregrinos hacia las tierras del Este.

La Primera Cruzada dio inicio al largo ciclo de peregrinaciones armadas que los pueblos cristianos hicieron hacia las regiones de Oriente Medio. Los selyúcidas habían ocupado la Tierra Santa de la cristiandad hacia el 1077 d.C.

Estos le impusieron trabas, sanciones o impuestos a los peregrinos cristianos que deseaban visitar Jerusalén, Belén, Nazaret, el mar de Galilea, el río Jordán, entre otros lugares sagrados. Ello movió en 1095 al Papa Urbano II a convocar a los nobles de Europa Occidental para auxiliar con las armas al Emperador bizantino Alejo I.

El emperador advirtió al Papa que los selyúcidas continuarían con su avance y amenazarían a más pueblos cristianos. Así, la convocatoria resonó en Europa, y sus nobles se enlistaron para apoyar una causa que mezclaba la fe y las promesas de redención con el espíritu de aventura y la promesa de tierras, beneficios y riquezas.

La Primera Cruzada también es conocida como la "Cruzada del Pueblo" o "La Cruzada de los Pobres". Muchos siguieron el llamado del clérigo Pedro de Amiens "el ermitaño". Mientras que nobles francos como Godofredo de Bouillón, Raimundo de Saint-Gilles, y Bohemundo de Otranto fueron acompañados por sus ejércitos.

Los cruzados lograron tomar ciudades como Nicea (1097), Antioquía (1098) y, luego de un prolongado y muy violento asedio, la ciudad de Jerusalén (1099). Tras la ocupación de Jerusalén, se establecieron los Estados cruzados en Tierra Santa: el Reino de Jerusalén, el Principado de Antioquía, el Condado de Trípoli y el Condado de Edesa.

Segunda Cruzada (1147-1149)

Territorios de Estados cristianos y Zengi en segunda cruzada
En verde se detallan las ciudades bajo gobierno de Zengi, que extendió sus dominios hacia Edesa en 1144. Mapa: Rowanwindwhistler (CC BY-SA 3.0)

La causa de la Segunda Cruzada fue la toma del Condado de Edesa por las fuerzas musulmanas de Imad ad-Din Zengi en 1144. Zengi era el atabey (gobernador) de Mosul y Alepo, y operaba bajo órdenes del Sultán selyúcida Mahmud II.

Edesa fue el primero de los Estados cruzados que recayó en manos del Islam. El Papa de entonces era Eugenio III, quien junto con Bernardo de Claraval hicieron oficios para convencer al rey de Francia Luis VII de llevar adelante otra cruzada. A los esfuerzos se sumó también Conrado III, gobernante del Imperio Sacro Romano Germánico.

No obstante la unión de intenciones, la falta de coordinación hizo que las tropas de ambos monarcas marcharan hacia Oriente de modo separado. La Segunda Cruzada tuvo resultados negativos, que no lograron replicar los éxitos de la primera. Los cruzados fueron derrotados en batallas en territorios de la Península Anatolia.

Cuando llegaron a Tierra Santa, no tenían un plan determinado sobre lo que debían hacer. Decidieron tomar la ciudad de Damasco en 1148, pero el asedio no fue bien ejecutado y fracasó. Pronto las tropas de la cristiandad debieron retirarse, en lo que se consideró una derrota humillante.

El Condado de Edesa no se recuperó. Los demás Estados cruzados quedaron en una situación de mayor fragilidad. Al contrario, los musulmanes fortalecieron sus posesiones y pronto miraron hacia otros lugares que también podían intentar retomar.

Tercera Cruzada (1189-1192)

Saladino en victoria contra los cruzados de Guy de Lusignan
Imagen representa la rendición de Guido de Lusignan ante Saladín luego de la Batalla de Hattin (1187)

En Oriente emergió la figura de Saladín, un importante guerrero musulmán, que luego se convirtió en el sultán de Egipto y Siria. Bajo su liderazgo, los ejércitos del Islam conquistaron Jerusalén en 1187.

A pesar de la aplastante derrota de las tropas cristianas, Saladín mostró misericordia y perdonó la vida de los pobladores no musulmanes. Por ello, las multitudes le llamaron "al-Malik al-Adil", esto es, el rey justo. Esto lo distanció de la conducta que tuvieron en 1099 los conquistadores cruzados de la ciudad.

Mientras tanto, en Europa se preparó una respuesta ante la pérdida de Jerusalén. Así se organizó la Tercera Cruzada, también llamada "la Cruzada de los Reyes". Nombre recibido por la participación de los monarcas de Inglaterra, Ricardo Corazón de León; Felipe II de Francia; y el emperador germánico Federico I Barbarroja.

El Papa que proclamó la cruzada en esta ocasión fue Gregorio VIII, aunque no supo del destino de esta campaña militar, pues murió pocos días después de la publicación de la bula Audita tremendi. El poderoso ejército de Barbarroja también se dispersó antes de llegar a Tierra Santa, pues el emperador murió ahogado mientras cruzaba el río Saleph, en Anatolia.

El combate principal de esta campaña fue el Sitio de Acre, que se prolongó durante meses. Los refuerzos de Ricardo Corazón de León fueron fundamentales para conseguir la victoria, pero ambos ejércitos, musulmán y cristiano, sufrieron muchas bajas. Felipe II volvió a Francia con sus tropas, y Ricardo quedó encargado de las negociaciones con Saladín.

Ricardo de Inglaterra no consiguió retomar Jerusalén, pero en el Tratado de Jaffa (1192), aseguró el control de varias ciudades cristianas en la costa palestina. Además, pactó con Saladín la concesión de permisos a los cristianos para que pudieran peregrinar a los lugares sagrados.

Otras Cruzadas

Los intentos cristianos de recuperar Jerusalén se mantuvieron, aunque las cruzadas que acontecieron a partir del siglo XIII pasaron a tener algunas características distintas. A continuación, un resumen de las Cruzadas subsiguientes.

Cuarta Cruzada (1202-1204). Tal vez la más polémica. Inició con el llamado de Inocencio III para reconquistar Jerusalén, pero culminó por razones económicas con el enfrentamiento entre cristianos en Constantinopla. La capital del Imperio bizantino fue saqueada por los cristianos latinos de Venecia y sus aliados. Se instauró un Imperio Latino de Constantinopla entre 1204 y 1261.

Quinta Cruzada (1217-1221). Los ejércitos cruzados de Federico II del Imperio Germánico atacaron Egipto para fortalecer sus posiciones en el territorio y buscar retomar Jerusalén. Después de la victoria de Damieta, no pudieron avanzar sobre El Cairo y debieron abandonar su empresa.

Sexta Cruzada (1228-1229). Federico II volvió a la carga y sumó apoyos de otros ejércitos cristianos. El emperador negoció una tregua con el sultán ayubí Al-Kamil. Jerusalén pasó a manos cristianas sin que hubiera un conflicto armado. También se establecieron acuerdos de convivencia en la región.

Séptima Cruzada (1248-1254). En 1244, los Jorezmitas se lanzaron contra Jerusalén y se la arrebataron a los cristianos. Luis IX de Francia reunió tropas y atacó Egipto. Obtuvo algunas victorias, pero fue derrotado y capturado en El-Mansura. Debió pagar su rescate para poder volver a Francia.

Luis IX capturado tras la séptima cruzada
Luis IX capturado por los musulmanes ayubíes en la Séptima Cruzada.

Octava Cruzada (1270). En esta ocasión, Luis IX buscó apoderarse de Túnez. La cruzada se desintegró tras la muerte del rey francés por la enfermedad que padecía.

Hubo otras cruzadas menores que no alcanzaron la magnitud, el apoyo y los recursos que se desplegaron en las 8 cruzadas más significativas. El propósito principal, que era ejercer control en Tierra Santa, se logró parcial y temporalmente, mientras subsistieron los Estados cruzados.

Jerusalén solo estuvo en manos cristianas en dos oportunidades. La primera, entre 1099 y 1187, y la segunda, entre 1229 y 1244. A partir del siglo XIV, la dinastía de los mamelucos se afianzó en el poder, y así los musulmanes mantuvieron su dominio durante siglos.

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Consecuencias de las Cruzadas en la Edad Media

Las Cruzadas fueron parte de importantes procesos históricos de la época medieval. Estas tuvieron repercusiones políticas, religiosas, geográficas y culturales. Aunque a largo plazo los objetivos de la Iglesia y de la cristiandad fracasaron en Oriente Próximo, las Cruzadas abrieron paso a importantes intercambios de influencia entre el norte de África, Europa y las costas del Este del Mediterráneo.

Algunas consecuencias relevantes derivadas de las Cruzadas fueron:

  • Establecimiento temporal de Estados Cristianos en Oriente Próximo. Los cruzados pudieron organizar reinos, principados y condados latinos en Tierra Santa. Aunque tuvieron un impacto significativo en la Edad Media, estos dominios fueron reconquistados por el Islam en el siglo XIII.
  • Debilitamiento del Imperio bizantino. Aunque en un principio los emperadores de Constantinopla fueron aliados de los nobles católicos de Europa, con el tiempo emergieron fracturas en sus relaciones. Esto profundizó las diferencias entre la Iglesia de Roma y la Iglesia cristiana ortodoxa.
  • Surgimiento de órdenes religiosas en el seno de la Iglesia. Las Cruzadas involucraron empresas gigantescas de migración. Por ello se fundaron órdenes como la de los Templarios (protectores de los peregrinos hacia Tierra Santa), los Hospitalarios (que daban atención médica a los viajeros), etc. Estas órdenes cumplieron funciones militares y económicas durante décadas.
  • Intercambios culturales entre Oriente y Occidente. Los europeos recibieron conocimientos de Bizancio y de los pueblos islámicos de Oriente, que para entonces eran más avanzados en áreas como la medicina y las matemáticas.
  • Fortalecimiento de la figura del Papa en Europa occidental. Durante las Cruzadas, la institución del papado jugó un rol fundamental. Los Papas se erigieron como los convocantes y las figuras de autoridad que otorgaban legitimidad a los movimientos y decisiones de los reyes europeos.

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Bibliografía

Asbridge, Thomas (2011) The Crusades: The Authoritative History of the War for the Holy Land. Ed. Ecco.

Heers, Jacques (1997) La Primera Cruzada. Ed. Andrés Bello.

Cómo citar: Arellano, Frank (31/07/2024). "Las Cruzadas". En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/las-cruzadas/ Consultado:

Frank Arellano
Frank Arellano
Profesor de Historia y Ciencias Sociales durante más de 15 años. Licenciado en Historia (2010) y Magíster Scientiae en Lingüística (2015) por la Universidad de Los Andes en Mérida.
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