Artemisa (diosa griega)
Artemisa fue la diosa de la caza, la naturaleza y los animales salvajes, por lo que fue muy venerada en el mundo antiguo. Formaba parte del panteón olímpico, ya que era hija de Zeus y de Leto, y hermana gemela del dios Apolo.
En la escultura y la pintura se la representaba con arco y flechas. Además, solía aparecer acompañada de ciervos, o de sus perros de cacería. Sobre ella se cuenta que tenía un carácter indomable, era valiente e independiente, y prefería habitar en los bosques y campos.
A Artemisa (o Ártemis, como también fue llamada) la seguían sus ninfas sirvientes, quienes, como ella, habían prometido mantener la castidad. La diosa nunca se casó. Conservó su virginidad y fue protectora de otras doncellas.
Desde siempre personificó los ideales de la vida silvestre. Ya en las narraciones de Homero, el poeta la mencionó como: "Artemisa cazadora, señora de las bestias".
En su honor se erigieron numerosos templos en las regiones de Ática, el Peloponeso, las islas del mar Egeo y en Jonia. El más importante de estos fue el templo de Artemisa en Éfeso, considerado una de las 7 maravillas de la Antigüedad, donde se hacían rituales con representaciones teatrales y sacrificios animales.
Otra de las ceremonias en tributo a la diosa era la Brauronia, en la que las jóvenes se vestían como osos y danzaban. Luego, durante el periodo helenístico (siglo III a.C.- I a.C.), Artemisa comenzó a ser vinculada también con la protección a las madres en los partos. En la época romana, se la identificó con la diosa Diana.
Historia de Artemisa en la mitología griega
Las narraciones del mundo clásico se refirieron a Artemisa como la diosa que solía estar de cacería en Arcadia, zona montañosa de la región del Peloponeso. Tenía una gran puntería, era veloz y perseguía a los venados y a otras presas. No obstante, cuidaba a cachorros y crías desprotegidas.
A continuación, algunos de los relatos mitológicos en los que Artemisa toma parte.
El nacimiento de Artemisa y Apolo
Artemisa y Apolo eran hijos de Leto, quien fue amante de Zeus, el rey de los dioses del Olimpo. Según una de las versiones más extendidas, el embarazo de Leto causó la furia de la diosa Hera, esposa de Zeus.
Por tal motivo, Hera fue hostil y le advirtió a todos los habitantes de la Tierra que no debían dar cobijo a Leto, ni dejarla parir en ningún lugar iluminado por la luz del sol. A pesar de esto, la isla de Delos hizo caso omiso y decidió darle refugio.
Antes de llegar a Delos, Leto dio a luz a Artemisa en la isla de Ogigia. Pero el parto de Apolo fue más complicado y le causó muchos dolores. Artemisa asistió a su madre y la ayudó para que Apolo pudiese nacer. Fue así la partera de su propio hermano, con quien tuvo siempre una relación muy cercana.
Artemisa y Acteón
Acteón había aprendido el arte de la caza del centauro Quirón. Por ello, también era un célebre cazador. En el famoso relato que lo vincula a Artemisa, Acteón cometió un gran error, por el cual fue castigado.
Un día, mientras se hallaba en el bosque, Acteón se aproximó a un manantial en el que se bañaban desnudas la diosa Artemisa y algunas de sus ninfas. Acteón observó a la diosa, asombrado por su belleza, pero fue descubierto.
Llena de ira, Artemisa resolvió castigarlo. Lo convirtió en ciervo y fue perseguido por sus propios perros, quienes le dieron caza y lo devoraron. Este relato nos deja ver que la diosa tenía una personalidad protectora, pero también vengativa cuando se sentía irrespetada.
Artemisa y el sacrificio de Ifigenia
Ifigenia era la hija de Agamenón, rey de Micenas. Este rey cayó en desgracia con la diosa Artemisa, pues mató a uno de sus ciervos sagrados mientras se hacían las preparaciones para el ataque sobre la ciudad de Troya.
Como castigo por esta ofensa, la diosa detuvo los vientos necesarios para que la flota de Agamenón pudiera moverse en el mar. Entonces, el vidente Calcas le reveló que la única forma de obtener vientos favorables sería contentar a Artemisa mediante el sacrificio de su hija Ifigenia.
Agamenón engañó a Ifigenia y mandó a buscarla en el campamento donde se hallaba, enviándole el mensaje de que había llegado la hora de casarse con el guerrero Aquiles. Ifigenia se dirigió al campamento de los griegos aqueos con ilusión, pero una vez allí, se dio cuenta de que iba a ser sacrificada.
Aunque aceptó su suerte, justo antes de ser sacrificada, Artemisa sintió piedad. La diosa cambió a Ifigenia por una cierva para el sacrificio, y se llevó a la hija de Agamenón a Táurica, la región donde ahora se encuentra la Península de Crimea. Allá Ifigenia se convirtió en sacerdotisa de uno de los templos construidos en honor a Artemisa.
Artemisa y Orión
Las leyendas sobre la amistad de Artemisa y Orión tienen muchas versiones que variaron a lo largo del tiempo. Lo que más se reitera en estas es que Orión fue el único compañero de cacería masculino que tuvo la diosa.
De acuerdo con una de las versiones más conocidas, Orión se volvió soberbio y provocó la ira de algunos dioses que no toleraron sus alardes. La diosa Gea creó un escorpión gigante para que fuese tras él y le diera muerte. El aguijón del escorpión acabó con su vida.
Ante esta muerte, Artemisa le dijo a su padre que le diera un lugar a Orión en las constelaciones. Desde ese momento, la constelación del escorpión aparece cuando la de Orión comienza a ponerse.
Otra versión brinda un relato muy distinto. En este, Orión se siente cautivado por Opis, una de las vírgenes seguidoras de Artemisa. Cuando Artemisa supo que Orión se había propasado con Opis, decidió darle muerte. Le lanzó una de sus certeras flechas y lo mató.
Vea también:
Bibliografía
Buxton, Richard (2004) The Complete World of Greek Mythology. Thames & Hudson.
Hard, Robin. (2008). El gran libro de la mitología griega. La esfera de los libros.
Cómo citar: Arellano, Frank (18/11/2024). "Artemisa (diosa griega)". En: Significados.com. Disponible en: https://www.significados.com/artemisa/ Consultado: